miércoles, 1 de septiembre de 2010

Cuando la noche entre en mi garganta

Dejándose caer como ancla en mi boca, una noche manoseará mi garganta,
un puñado de pólvora atragantándose en mis mandíbulas, sería suficiente para percutir tu carne querida, y esconderme,
en las lluvias de junio,
en el complot de morir y volver,
y en los poetas reincidentes.
Aullaré desde un tejado hasta rasgar los algodones
silenciando gatos perros y coches.

2 comentarios:

Carola dijo...
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Anónimo dijo...

Me alegra que no dejes los viejos vicios. Un abrazo. Sil.